Por falta de tiempo he tardado bastante en terminar de leer EL HOMBRE DE TU VIDA, de Emily Giffin. Por eso y porque no me ha enganchado especialmente: si lo hubiera hecho, habría buscado tiempo de donde no lo había para acabarlo.

La contraportada ya avisa de qué hay entre las páginas...
Esta es una historia para todas aquellas que alguna vez se han preguntado: ¿cómo puedo querer de verdad al hombre con el que estoy si no puedo olvidar al novio que se fue?

El matrimonio de Ellen y Andy no solo parece perfecto, es que lo es. No hay grietas en la devoción que se guardan, ni en el modo natural que tienen de sacar lo mejor el uno del otro. Pero en una tarde fatídica, Ellen se topa con Leo por primera vez en ocho años. Leo, el tipo que sacó lo peor de ella. Leo, que la dejó con el corazón partido y sin dar explicación alguna. Leo, a quien no ha podido olvidar del todo. Cuando el reencuentro destapa emociones aletargadas durante mucho tiempo, Ellen empieza a preguntarse si la vida que lleva es la que realmente desea.

Una novela intensa sobre una mujer en la encrucijada del amor verdadero y la vida real.
Bueno, yo lo habría resumido así: Ellen es una fotógrafa que lo primero que hace es encontrarse con su ex-novio periodista, luego él la llama para ofrecerle un trabajo (hacer un reportaje a un famoso), ella no le dice nada a su marido de que su ex-novio ha sido quien le ha conseguido el trabajo, el matrimonio se muda cerca de la familia de él y luego el ex-novio la vuelve a llamar para hacer otro trabajo y ya está. Esa poca acción durante 382 páginas. Luego hay cosas secundarias, como la amistad de Ellen con su hermana o con su cuñada, pero no aportan ningún dinamismo a la historia.

Y esa poca chicha se estira taaaaaaaaaanto porque Ellen es una pánfila sin personalidad que no sabe apreciar lo que tiene y que se entretiene en dar vueltas y más vueltas sobre lo mismo. Analiza absolutamente todo un mínimo de cinco veces y luego otra más por si acaso se le ha escapado algún microscópico detalle, se obsesiona con todo (vale, vale, porque tiene un TOC), utiliza todas las conjugaciones del condicional, y no deja de ser más sobre lo mismo una y otra vez.

Realmente, lo que Ellen analiza (el ¿qué habría pasado si...?) es lo que todas hemos analizado alguna que otra vez, porque más o menos, todo el mundo ha pasado por eso. No creo que haya nadie que no se haya preguntado alguna vez qué habría sido de sí mismo si en una decisión crucial, el camino elegido hubiera sido otro. El fantasear con una vida paralela donde vivimos en base a las decisiones que no tomamos es algo común, pero no puede ser una obsesión. Se debe tener claro que es eso: una fantasía, y hay que vivir el here and now porque es lo que tenemos, lo que tocamos, lo que sentimos. Los condicionales están bien para pensar un rato, pero ya está. El ¿y si...? no debería poner nunca en peligro el presente, porque desde aquella decisión -sea la que sea- ha llovido demasiado y ya nada es lo mismo, ¿verdad?

Normalmente, me gusta mucho cómo escribe Emily Giffin porque dibuja con palabras unos sentimientos que casi reconozco como míos (en este caso, por ejemplo, la descripción de cómo se sintió Ellen en su primera relación, es dolorosamente cercana a mi propia experiencia). Sin embargo, en esta ocasión, creo que se ha ahogado demasiado en comeduras de tarro y debería haber desarrollado un poco la historia: en mi opinión, ha habido poca acción para tanto libro.

En definitiva: me ha aburrido bastante, aunque no puedo decir que la narración no tenga calidad.