Decidí leerme CLAIRE SE QUEDA SOLA, de Marian Keyes, tras leer el último libro de la autora. Tengo toda su obra, pero he ido leyendo sus últimas novelas, dejando un poco de lado las primeras.

Por eso, he decidido que mientras ella escribe otro libro, yo me voy a poner al día con todos los demás y además en orden, así que el primero ha caído ya.

Empezamos a conocer a una de las hermanas Walsh:
Las desgracias se acumulan en la vida de Claire, todo hay que decirlo. Justo el día que da a luz a su primer hijo, la abandona su marido, que ni siquiera tiene la delicadeza de irse con una mujer más delgada que ella. Con una niña recién nacida, unos kilos de más y el cuerpo ensanchado y deforme después del embarazo, Claire se ve obligada a iniciar una nueva vida, demasiado consciente de que no es ni mucho menos una sílfide. Sin embargo, en su extravagante familia irlandesa encontrará un buen paño de lágrimas, y entre la risa y el llanto emprenderá una meteórica recuperación, siendo ella la más sorprendida. Las peripecias de una mujer despechada.
Bueno, la verdad es que la historia prometía: empezamos con un megadramón. Después de un parto, ya de por sí traumático, el marido de Claire la deja por otra. Cosa que destrozaría a cualquiera, claro. Así que Claire coje a su niña y se va a Dublín (ella hace su vida en Londres), a casa de sus padres -donde además de ellos, viven dos hermanas suyas-, a recuperarse y a aprender a cuidar de su hija.

Claire empieza a contar cómo se siente. Que si abandonada, despechada, humillada, celosa, irritable... Supongo que todo el mundo ha pasado por eso alguna vez. Pero para los que no (si se da el caso de alguien), aquí hay una descripción sumamente detallada de estos sentimientos. Tan detallada que en la página 115 no había pasado nada todavía: Claire estaba encerrada en casa, sintiéndose fatal, y dándole a la bebida. Unas páginas más igual. Luego, oh, milagro, sale a una tienda, pero vuelve pronto porque ha dejado sola a su bebé. Más páginas de lo mismo: sintiéndose un trapo. Luego aparece Adam, que es un chico amigo de su hermana Helen, que -cómo no- es muy guapo y le hace tilín a Claire. Luego, unas páginas más exclusivamente sobre lo que siente por Adam. A continuación aparece James, el marido de Claire, para hacer las paces. Más páginas sobre sus sentimientos sobre James, además de sus sentimientos residuales sobre Adam. Y así hasta al final del libro, que seguro que ya a estas alturas, todo el mundo deduce con quién se queda. And happily ever after!

O sea, que en 551 páginas apenas han ocurrido cuatro cosas. Eso de las peripecias de una mujer despechada no es exacto. O bueno, sí: peripecias en plural porque son dos.

Y claro, me he aburrido mortalmente. No me gustan nada las descripciones laaaaaaaaaargas y detalladas sobre sentimientos, aun a pesar de que tengan su pizca de humor como en este caso. A ver, están bien para cuando hacen falta, pero si constituyen la espina dorsal de una novela, para mí ya es un muermo. Me pasó lo mismo con otro libro, que se perdía tantísimo en autoexploración de sentimientos y análisis de pensamientos que me acabó por cargar.

Otra cosa que me esperaba es más humor, puesto que mucha gente me había dicho que era desternillante (sobre todo la madre de Claire), pero yo no le pondría ese calificativo. Tiene algunos puntos, bastantes, pero tampoco lo calificaría yo de libro divertido.

Y encima, para acabarlo de arreglar, los últimos capítulos me han confirmado lo que yo sospechaba desde el principio: Claire es un poco tonta, la verdad. Que acabe bien la historia sólo ha sido una iluminación de última hora para que al menos no tiremos el libro a la basura.

En definitiva: si alguien busca un poco de acción (de que pasen cosas, me refiero), éste NO es el libro adecuado. Pero si lo que se busca es una detallada descripción de los sentimientos de una mujer abandonada, aquí hay material para rato. A mí me ha resultado bastante aburrido, y no lo recomiendo.