Estos días en los que he estado agradablemente encerrada en la cama, me ha dado tiempo de teminar el libro que estaba leyendo: A PUNTO DE ESTALLAR, escrito por Risa Green.

El libro me lo compré en la FNAC, poseída por esa fiebre que me entra cada vez que entro en ese antro de perversión, porque el título me llamó la atención, y la sipnosis que leí me gustó mucho:
¿Quien dijo que el embarazo es una bendición? Eso se pregunta Lara Stone, que creía tenerlo todo: un esposo dócil, un Mercedes descapotable y un estupendo trabajo en un instituto de niños ricos que en verano le deja dos meses de vacaciones. Pero a Andrew, su marido, le entró el gusanillo de tener hijos tras quedarse maravillado con los embarazos de varios amigos... Casi sin darse cuenta Lara vuelve en Septiembre al trabajo empieza a ganar tallas que le habia costado horrores perder y, por si fuera poco, tiene una misión imposible por delante: conseguir que la hija discola de un productor de Hollywood mejore su expediente para lograr plaza en una prestigiosa universidad. Mientras Lara comprueba con agobio que el embarazo es algo que continúa existiendo fuera de las tiendas premamá, descubre, al lado de su problematica pupila, que los instintos maternales no son algo a lo que siempre puede dar la espalda. A punto de estallar es una ácida y descarada comedia sobre las sorpresas, algunas menos agradables que otras, que depara el estado -quien lo llamó asi era un cretino- de buena esperanza.
Reconozco que soy una adicta total a las llamadas chick-lit, es decir: novelas cuyas protagonistas suelen ser mujeres rodeando la treintena, un poco paranoicas, a las que les pasa de todo. El estilo de El Diario de Bridget Jones, más o menos. A lo mejor es porque me identifico un poco con ese perfil (casi treintañera paranoica, porque lo que es en otros aspectos, no me veo reflejada en absoluto), el caso es que me gusta. También me gusta que la narrativa sea dinámica y tenga puntos de humor, porque así se me hace más amena la lectura. Ya no leo por obligación, y prefiero dedicarme a libros que me resulten atractivos, y para eso recurro a este tipo de novelas.

El resumen del libro, un poco más extenso que en la sinopsis, es rápido. Lara es una mujer joven que está acostumbrada a una vida muy cómoda en todos los sentidos: con su matrimonio, en su trabajo... Ella tiene un nulo sentido de la maternidad (como yo), porque está más ocupada en centrarse en sí misma, sobre todo en la época en la que empieza el libro: las vacaciones. Lara tiene una perspectiva de meses en los que podrá ir de compras, al gimnasio, a comer con sus amigas... todo lo que a ella le gusta. Pero a su marido le ha entrado el gusanillo de tener un hijo, sobre todo después de que una de las mejores amigas de Lara se quede embarazada. A pesar de que ella no se siente en absoluto preparada, su marido consigue convencerla de que es un buen momento para tener un hijo, y tras varios intentos (pocos), Lara se queda embarazada. Y ahí empieza todo.

Porque va descubriendo en primera persona algo que yo ella ya sospechaba: no hay nada bonito en quedarse embarazada. Julie, una de sus mejores amigas, que también está embarazada, ve esa nueva etapa a través de un cristal color de rosa, pero Lara sabe que eso será así en un mundo paralelo, pero no en el suyo precisamente. Su mundo consiste en mareos matutinos, en ver cómo se hincha cada día más, en observar cómo gana peso a pesar de luchar contra ello en el gimnasio, en no caber en su preciosa ropa, en controlar la comida que come y seguramente vomitarla después, y cosas así que no puede calificar de positivas. Así va pasando los días, descubriendo cómo cambia su cuerpo, pero no su mentalidad. Se sorprende al descubrir que no es capaz de controlar las lágrimas por nimiedades, pero tampoco puede pensar que será una buena madre...

Durante toda la novela, narrada en primera persona, se pueden descubrir los miedos y preocupaciones de Lara, quien no ha sido madre y no se siente preparada para ello. Siempre contadas con buen humor, las anécdotas se suceden desde la primera hasta la última página, y eso hace que la lectura sea muy amena. Además, no me ha costado absolutamente nada identificarme con ella. Estoy segura que todas esas paranoias las tendría yo, o peores...

En resumen, me ha parecido un libro muy dinámico y divertido, así que lo recomiendo. Tiene una lectura ligera y entretenida, así que es estupendo para pasar un buen rato sin tener que pensar en nada.
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